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COLETA DE TIEMPO

Los siete locos. Los lanzallamas

Los siete locos. Los lanzallamas

Si literariamente hablando buscásemos personajes que se desenvuelvan en el subsuelo, seguramente mencionaríamos a Mersault en “El Extranjero”, Antoine Roquetin en “La Náusea” y Rodion Raskolnikov en «Crimen y Castigo». Al lado de ellos tenemos a Remo Augusto Erdosain, antihéroe del díptico novelístico del escritor argentino Roberto Arlt “Los siete locos. Los lanzallamas”.

Erdosain es un sujeto ajeno a las nociones de bien y mal, medianamente dedicado al oficio de inventar cosas —como lo fue el mismo Arlt— quien, echado de su trabajo por robo, siente que algo le falta, no le interesa cómo se le califique “Sabía que era un ladrón. Pero la categoría en que se colocaba no le interesaba”, el personaje siente un gran vacío que no le permite pensar en otra cosa que en su desdicha. Sumido en esta desazón se une al Astrólogo, un hombre misterioso, suerte de superdotado mental, líder de un descabellado proyecto revolucionario de características anárquicas cuya financiación se hará mediante prostíbulos.

En este mundo tan subversivo como absurdo Erdosain encuentra un escape a su vacío. Allí, en medio de lo estrafalario y el delito, el orden de las cosas se altera de manera tal que terminamos por ver en Remo no a un criminal, como sería lo lógico, sino a una inocente y solitaria víctima de la sinrazón del mundo absurdo.

El nombre de la novela deriva de la cantidad de individuos que rodean al jefe revolucionario en esta estratagema. «En Los Siete Locos», cuya culminación es «Los Lanzallamas», se evidencia un descontento hacia toda forma de ideología, hacia todo credo. Sobre esta idea Roberto Arlt, criticado con sumo rigor en su tiempo por su peculiar manejo del español, desenvuelve una interesante novela, que se ha convertido en una suerte de obra de culto para las generaciones posteriores a su autor.

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